domingo, 27 de septiembre de 2015

SendeBikExtrem en tierras de Guadalajara...

Había una convocatoria de Pablo en el grupo de Vizi-gentuza para hacer la Ruta de los Santuarios, anunciada como ruta corta y difícil no termino de captar mi atención, pero al final, tras ver el track en wikiloc, el mismo día antes decidí embarcarme y formar parte de la compañía. A pesar de los pocos kilómetros tenía un perfil que si llamaba la atención.

Llegue justo a la hora acordada a Valdepeñas de la Sierra, pensé que no me daría tiempo a un café antes de salir, pero la plaza estaba vacía, era el primero. Decidí disfrutar de una dosis de cafeína antes de que llegaran. 

Salí del bar y oí tras el recodo de una callejuela el ruido de un vehículo, expectante me fije en él cuando entro en la plaza y conseguí reconocer a Pablo y Anita, pero... lo conducía un individuo en traje y corbata, así que supuse que alguien les había acercado, y que el tal Isás vendría en otro coche, jajajaja, nada más lejos de la realidad, aquel era Isás, al bajar pude contemplar las chancletas rosas que lucía a juego con sus gafas del mismo color y su indumentaria verde ¡¡Todo un cuadro!!

Elegante dadas las circunstancias
En pocos minutos todos estábamos preparados para iniciar la ruta del día, incluido Isás que ya sin traje se había calzado otras chancletas más ajustaditas, una de color negro y otra marrón. 

Única pista de este porte que veríamos en la ruta
Iniciamos la ruta por una pista ancha, donde fuimos perfilando entre las opciones la que sería la ruta del día, y al final se decidió entre las posibles alternativas por darle a la Extrem, luego entendimos el porque de la denominación.

En el momento de salirnos de la pista forestal había que tomar un pequeño sendero en descenso ¡Qué buena pinta! ¡Solo fue un espejismo! Tras pocos metros cambió la inclinación y se convirtió en una cuesta arriba donde había más piedras que arena y los terrestres tuvimos que poner el pie en tierra y darle al empuja-bike.

Empuja-bike número uno.
Ganamos desnivel rápidamente y en poco tiempo nos presentamos sobre el primer alto donde se podía disfrutar de unas vistas impresionantes, y tras la subida tocaba la bajada. 

Sierra Guadalajareña
Viendo el terreno ya entendimos porque Isás dijo que no nos cruzaríamos con otros ciclistas durante la ruta. Ahora la bajada discurría por una senda de pizarra donde el filo de la roca esperaba el más mínimo error. Isás desapareció camino abajo descendiendo como alma que lleva el diablo, y los demás tuvimos que poner toda la carne en el asador para conseguir avanzar tan solo por alguno de los tramos donde no nos veíamos obligados sortear los obstáculos a pie.

Pablo haciendo gala de sus habilidades 
Poco después pinchaba Isás,  tenía que reparar su cubierta tubless, tenía unas mechas que usaba para estos menesteres, y ya había otras de veces anteriores, era cuestión de conseguir introducir la mecha y darle a la bomba de inflar.

La verdad que la cubierta se veía ya más que deteriorada
En esta ocasión la mecha no quería entrar y se resistía, al parecer la herramienta para empujarla estaba rota y fue una tarea ardua ¡Hincha un poco la rueda! ¡Ufff, no lo consigo! ¡Dale aire otra vez! Voy a probar de este otro modo... 


 

 
La mecha se resistía a entrar

Cuando por fin entró pasamos a la parte de inflado, pero aquello perdía aíre por algún lado y no conseguíamos identificar por donde, así que fue necesario recurrir a una cámara de emergencias que tenía Pablo para estos casos.

Tal vez no lo parezca pero el camino está ahí, entre los filos.
Avanzamos por el sendero en dirección al pueblo de Tortuero, en la intersección con la carretera estaba Isás, llegamos Pablo y yo y estuvimos esperando un rato por Anita, a pesar de que tardaba la dimos algo de tiempo entendiendo la dificultad del trazado, pero seguía sin aparecer. Saber de ella suponía subir una cuesta impresionante lo que nos hizo ser... "más pacientes", pero al final la preocupación pudo con nosotros. Dejamos a Pablo con las bicis y subimos Isás y yo, allí estaba arreglando un pinchazo.  

¡¡Esta es la parte sencilla de este tramo de descenso!!
Ya todos juntos emprendemos camino y entramos en el pueblo donde aprovechamos para llenar algún bidón en la fuente y hacemos parada obligatoria junto a la Plegaría al Árbol que lee en alto para todos nosotros Isás:
Tú que pasas y levantas, contra mí tu brazo,
que inconsciente me zarandeas,
antes de hacerme daño, mírame bien.
Yo soy el armazón de tu cuna, la madera de tu barca,
la tabla de tu mesa, la puerta de tu casa,
la viga que sostiene tu techo, la cama en que descansas.
Yo soy el mango de tu herramienta,
el bastón de tu vejez,el mástil de tus
ilusiones y esperanzas.
Yo soy el fruto que te nutre y calma tu sed,
la sombra bienhechora que te cobija, contra los ardores del sol,
el refugio bondadoso de los pájaros, que alegran con su canto sus horas,
y que limpian tus campos de insectos.
Yo soy la hermosura del paisaje,
el encanto de tu huerta,
la señal de la montaña, el lindero del camino.
Yo soy el calor de tu hogar en las noches largas y frías del invierno,
el perfume que embalsama a todas horas,
el aire que respiramos, el oxígeno que vivifica tu sangre,
la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma;
Y hasta el fin, Yo soy el ataúd, 
que te acompaña al seno de la tierra, 
por todo eso,
Tú me miras, tú me plantaste por tu mano,
tú me diste el ser y, puedes llamarme hijo…
Óyeme bien, mírame bien…
¡Y no me hagas daño!

Realizando la lectura de la Plegaria del Árbol
Salimos del pueblo y continuamos por el GR-10 cruzando una zona preciosa que ya empieza a mostrar tímidamente algunos colores del otoño.

Esto en un mes tendrá unos colores más espectaculares aún.
El camino es estrecho, continuamente nos comemos matorrales de uno u otro tipo, si no te los llevas con los brazos, continúan marcándote las piernas, pero el paisaje hace que te olvides de la rama que te has comido hace unos instantes y casi de la que ves venir de frente.

 
Pablo y Anita en uno de los pocos claros de esta zona.



El camino transcurre a media ladera por una cañón impresionante.
Salimos del cañón y accedemos a algún camino más ancho por donde ya se puede rodar sin tener que ir esquivando ramas, las cuestas, si ser muy pronunciadas continúan ahí.

Pablo y Ana hacia la Cuerda de la Gallinera
Al entrar en Tortuero de nuevo todos lo hacemos por el lado fácil, menos Isás que salva el escalón necesario para cruzar luego sobre el singular puente medieval. Es el monumento más singular de la ruta, tiene un solo arco de forma ojival. Una pena que el paso del tiempo pudiera con su entereza y se tuviera que construir un pilar sobre la parte del arco que se hundía.

Salvando el Arroyo de la Concha
Terminamos de cruzar este pequeño pueblo, que según el padrón municipal del 2014 del INE tiene diecinueve habitantes.


Torre de la Iglesia San Juan Bautista en Tortuero

Cruzamos el pueblo pasando junto a la iglesia de San Juan Bautista de estilo gótico-renacentista y aprovechamos para realizar las fotos de rigor.

Comienzo del Cañón de la Horca
Estaba expectante por entrar en esta parte del recorrido tan mencionada antes de comenzar la ruta por unos y otros, y he de decir que todos tenían razón, es espectacular.

Isás y Pablo "dejándose caer"
A pesar del estado del camino, se puede apretar durante el descenso, sin dejar claro está de prestar toda la atención que requieren las piedras que aparecen a uno y otro lado.

Creo que fue al salir de esta zona donde Ana se apuntó otro abrojo en su haber, con el consecuente pinchazo. Ahora entre todos queda solucionado en un momento y continuamos en busca de la cerveza que ya nos llama a gritos.

A las puertas de Valdepeñas de la Sierra
Prueba superada, ya en el punto de inicio de la ruta dejamos las bicis a un lado para disfrutar de la terrazita.

No son tan grandes las jarras como parecen, tuvimos que pedir otra ronda.

Ya en casa, empezaron a llegar al Whatsapp los comentarios de los compis, y cada vez son más curradas, desde luego que te has salido con estas Alfonso, que no he podido dejar de publicar aquí...



Impresionante ruta la de este día, y Extrem, extrem, extrem.

Track de la ruta

Hasta la próxima que saquemos las ruedas a paseo.

2 comentarios:

  1. Me declaro culpable también en el asunto de los abrojos. Sabía que tenía alguno en la cubierta y aguanto más de una semana en el garaje con toda la presión, pero el otro día la rueda no tenía nada de aíre. La moví, la hinché y la moví otra vez por aquello de distribuir el líquido de la cámara, pero no surtió efecto, incluso se podía escuchar como el aíre se salía a toda velocidad. Y yo que contaba maravillas de mis cámaras anti-pinchazos.

    Ahora queda desmontar y ver que me encuentro. Ya os contaré.

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  2. Jejeje, pues creo que puedo seguir contando maravillas. Saque la cámara y detecte donde estaba el agujero, hinché la rueda poniendo hacía abajo la zona agujereada, moví el neumático para distribuir el líquido y otra vez la hinché. Después de estas operaciones la monte y perfecta para la siguiente ruta. Qué por cierto pinché otra vez, paré y le dí unas vueltas a la rueda, la hinché y continué. Después de una semana continua hinchada.

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